Dalia, su nombre de profesión, se dedica a llorar agarrando fuerte su carterón, tan lleno de nada como su mente y su corazón, cuidando los restos de una vida desperdiciada de la que lo único que quedaba era una vieja mujer sola, enferma y amargada, que por lo único que aprendió a hacer en su vida ya no es bien pagada, camina por las calles drogada con la esperanza de que alguien todavía quiera llevarla a casa.
Después de mucho caminar Dalia encuentra un ángel guardián que se acerca en su auto a ofrecerle cocaína y que más que ángel parece una pesadilla, pero que aparenta salvará su larga noche de fracasada cacería, Dalia sube al auto de éste anciano mal oliente que le ofrece poco pago por sus servicios complacientes, Dalia accede y se la lleva a otro lugar donde el anciano pesadilla comienza a tratarla mal, en su cabeza Dalia escucha como resuena prostituta, barata, pecadora y en su cara los golpes recibe mientras llora, ella no quiere defenderse, Dalia no tiene por qué vivir, no tiene hijos que cuidar ni un esposo al cual amar, está encerrada dejándose matar por los golpes de su propia verdad, la que lleva tantos años tratando de ocultar, ahora Dalia es sólo cenizas, otro cadáver de la sociedad, uno que echamos a un lado porque necesita despertar, su marido ya se va a trabajar y su hijo debe ir a estudiar.
“Si tenés la mente tan limpia, ¿Por qué no te vas de éste lugar? Ésta es mi propia pesadilla y para tus comentarios no hay espacio ya, llegaste al lugar menos indicado para sentarte a discriminar, todo eso está de más en ésta maldita podrida sociedad, donde se supone que nadie hace nada pero basta sólo con imaginar”
Después de mucho caminar Dalia encuentra un ángel guardián que se acerca en su auto a ofrecerle cocaína y que más que ángel parece una pesadilla, pero que aparenta salvará su larga noche de fracasada cacería, Dalia sube al auto de éste anciano mal oliente que le ofrece poco pago por sus servicios complacientes, Dalia accede y se la lleva a otro lugar donde el anciano pesadilla comienza a tratarla mal, en su cabeza Dalia escucha como resuena prostituta, barata, pecadora y en su cara los golpes recibe mientras llora, ella no quiere defenderse, Dalia no tiene por qué vivir, no tiene hijos que cuidar ni un esposo al cual amar, está encerrada dejándose matar por los golpes de su propia verdad, la que lleva tantos años tratando de ocultar, ahora Dalia es sólo cenizas, otro cadáver de la sociedad, uno que echamos a un lado porque necesita despertar, su marido ya se va a trabajar y su hijo debe ir a estudiar.
“Si tenés la mente tan limpia, ¿Por qué no te vas de éste lugar? Ésta es mi propia pesadilla y para tus comentarios no hay espacio ya, llegaste al lugar menos indicado para sentarte a discriminar, todo eso está de más en ésta maldita podrida sociedad, donde se supone que nadie hace nada pero basta sólo con imaginar”
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSanti, me identifiqué mucho con este...
ResponderEliminares muy silimilar como a cosas que he escrito.
me gusta me gusta :D.
tan lleno de nada como su mente y su corazón... lo único que aprendió a hacer en su vida... no tiene por qué vivir... cómo se nota que eres... un hombre.
ResponderEliminar..nadie hace nada pero basta sólo con imaginar”
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